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lunes, 8 de noviembre de 2021

Mactzil Camey: la reivindicación maya kaqchikel desde la raíz

Mactzil Ixtz’unun Camey Rodríguez es una joven mujer maya kaqchikel nacida en Chimaltenango, Guatemala. Desde pequeña Mactzil fue introducida a la cosmovisión maya, la cual ha cultivado desde su hogar, vínculos y hasta espacios políticos. A sus 21 años es estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) y exsecretaria de asuntos de género de la Asociación de Estudiantes Universitarios de esta casa de estudios (AEU “Oliverio Castañeda de León”).

 

Por Jeanelly Vásquez

 

Una de las labores de Mactzil como secretaria de asuntos de género fue organizar la marcha del #8M 2020. Foto: Mactzil Camey.

Eran las 14:00 horas del 19 de junio de 2000 cuando Gloria Rodríguez comenzó a tener contracciones. “Bueno, ya está lista para labor de parto”, dijo la comadrona primeriza que la atendería. Gloria recuerda que empezó con el proceso hasta el siguiente día desde las 6:00 de la mañana en la casa de sus suegros.

 

Las ocho horas de dilatación desgataron la energía de Gloria. “Cuando yo iba a nacer mi mamá ya no tenía fuerzas. Fue complicado porque yo ya estaba por salir; mi mamá dice que solo estaba mi cabecita y mi mamá ya no podía más y yo ya me estaba poniendo morada. Me estaba muriendo”, contó Mactzil.

 

Utilizando una estrategia poco convencional, la abuela de Mactzil indujo a Gloria a vomitar para así provocar el último esfuerzo necesario para parir a la bebé. “Tal vez se escucha muy feo, pero en el intento de ver cómo salvar mi vida, mi abuelita hizo eso y fue la última fuerza que tuvo mi mamá y ya pude salir”, indicó.

 

A las 14:00 horas del 20 de junio de 2000 nació la bebé, quien sería nombrada Mactzil (maravillosa en náhuatl) Ixtz’unun, colibrí en kaqchikel. “Es una historia un poco dura, siento yo, por todo lo que tuvo que pasar mi mamá. Así es como cuentan la historia mis papás y en parte lo cuentan como lamentable porque tal vez las condiciones económicas no eran muy buenas, pero también agradecen estoy aquí”, refirió.

 

A los sesenta días de nacida, Mactzil fue celebrada en su presentación, una fiesta para mostrar los/as bebés a los abuelos, padrinos, madrinas y el cosmos. Esta celebración se realiza a los sesenta días porque, desde la cultura maya, es un tiempo adecuado para que la madre pueda cuidar de su cuerpo.

 

En esta ceremonia regularmente se realiza un conteo del tiempo (o las energías), se baña a la bebé y se cambia su ropa por un traje del pueblo maya al que pertenece. “El mío lo hicieron en un altar de San Martín Jilotepeque, de donde es mi papá; estuvieron mis abuelos, hubo marimba; estuvieron mis tíos y mis papás y me pusieron el traje de Tecpán, que es con el que regularmente me identifico”, detalló.

 

El traje de Tecpán tiene diferentes diseños de huipil, acompañados por el mismo corte azul con rayas blancas. Un huipil es mayormente blanco con tintes rojos, azules y verdes; otro es café con dibujos de tonalidades rojas, azules y verdes; un tercer diseño es también blanco, pero con más colores complementarios. “Yo usé uno blanco que tenía colores y mi corte azul con rayas blancas”, indicó.

 

Un breve retiro a la ciudad capital

 

Mactzil y sus padres se mudaron a la Ciudad de Guatemala, específicamente a la Colonia Venezuela en la zona 21. La capital fue su hogar por cuatro años, aunque recuerda que era un ambiente solitario ya se sus abuelos paternos vivían en Chimaltenango y los maternos en Santiago Sacatepéquez, cerca de San Lucas.

 

“Mis papás estuvieron alquilando allí -Colonia Venezuela- y luego mi abuelito paterno, vio que mis papás estaban alquilando y además estaban viviendo un poco lejos de ellos. Mis papás decían también que nadie los iba a visitar porque en ese tiempo solo los iban a visitar los que tenían carro”, recordó.

 

Entonces, el abuelo paterno de Mactzil heredó un terreno a su familia en la periferia de Chimaltenango, donde hasta hoy ha vivido. En el 2004, antes que naciera su hermanito Yakal Licerio, volvió a su tierra natal y continuó su formación escolar.

 

El colegio de las monjitas

 

Mactil Ixtz’unun cursó los párvulos y preprimaria en Chimaltenango, luego continuó la primaria, nivel básico y diversificado en un colegio de madres dominicas, conocido como el de las monjitas. “Era un colegio católico, que le dicen aquí el de las monjitas porque es de madres dominicas y solo de niñas; yo estudié allí once años”, resumió.

 

La joven maya estudió durante su infancia y adolescencia junto a niñas y maestras mestizas. En el colegio de las monjitas, según contó Mactzil, respetaron su identidad maya kaqchikel, aunque la privaron de usar su indumentaria.

 

“Desde que nací esa ha sido mi espiritualidad y en el colegio algo que sí respetaron fue eso. Pedían regularmente que las estudiantes hicieran la primera comunión, su confirmación y que estuvieran bautizadas; en mi caso me dijeron que no me iban a estar pidiendo eso, pero sí que por lo menos utilizara el uniforme. Mis papás pidieron que pudiera usar mi indumentaria, pero no fue posible”, mencionó.

 

Mactzil utiliza regularmente la indumentaria regional de Tecpán, Chimaltenango. Foto: Mactzil Camey.

Según detalló, el catolicismo estaba muy impregnando en las dinámicas de la institución. La mañana iniciaba con rezo y al entrar a clases una madre pronunciaba: Ave María Purísima; y las niñas contestaban: sin pecado concebido.

 

“En el colegio tal vez en algún momento pensé: ‘bueno, ¿por qué no es esta mi religión? Porque al final todas mis compañeras eran católicas y estaban metidas en ese rollo y yo era como la que no”, se cuestionó Mactzil. La joven distinguió que durante su formación sus padres nunca fueron tan estrictos en cuanto a su religión, de hecho, la dejaban participar en actividades católicas junto con su grupo de amigas.

 

Este recorrido de autoconocimiento ayudó a Mactzil a definir su espiritualidad. Incluso hoy en día se identifica como mujer maya kaqchikel, usando el término como reivindicación de su cultura.

 

“Creo que a raíz de eso también fui reencontrando mi identidad y hacerla más fuerte porque me di cuenta que la espiritualidad y cosmovisión era algo que sentía y me identificaba. Me costó igual, pero creo que mi grupito de amigas, cuando les conté sobre mi espiritualidad no fue como rechazo, sino curiosidad al saber de qué era lo que se trataba y yo también me podía sentir cómoda con ellas”, describió.

 

Un modelo educativo racializado

 

El hogar de Mactzil siempre fue muy abierto a conversar sobre la historia de Guatemala enfocada en sus pueblos indígenas, por lo cual, al llegar al colegio distinguió las notorias diferencias entre la Historia que contaban las madres y la que ella conocía.

 

“En el colegio tuve ciertos roces con una de las madres porque yo estaba en sexto primaria y se daba cuenta que yo hacía ciertas preguntas como por qué se hablaba de la conquista en ciertos aspectos como algo bueno porque los tachaban como el desarrollo de Guatemala. Era algo que a veces se hablaba aquí en mi casa y yo preguntaba”, comentó.

 

Estas observaciones causaron una tensión entre la madre y Mactzil incluso recordó que el grado que cursó con ella perdió la materia de religión. Ixtz’unun lloró al reprobar la materia y la educadora solo le dijo: “¿tú de qué te preocupas? si ni es tu religión”.


Por otro lado, la enseñanza de las Ciencias Sociales en el colegio católico eclipsaba la lucha y opresión indígena en Guatemala. “Al final ella era de España, entonces beneficiaba a su gente. Eran muy buenas en educación, pero creo que también invisibilizaban lo que realmente pasaba. No mostraban realmente la realidad de Guatemala, solo era como pincelazos”, detalló.

 

Mactzil nació en Chimaltenango Guatemala, donde ha crecido desde entonces. Foto: Mactzil Camey

Pese a que han pasado varios años desde que Mactzil se graduó del colegio, el modelo educativo actual no ha cambiado mayormente, ello lo comprobó con su hermano, Yakal. “A mí me preocupa la formación de mi hermano porque un día fui a su colegio, era la primera introducción para padres de familia, pero fui porque mis papás no podían; la directora tenía un discurso muy cristiano, que las niñas tenían que ir con cierta forma de vestir, que si no iban así que después no se quejaran que les hacían algo en la calle, que Dios decía que los pantalones tenían que ser flojos…”, expresó.

 

Según detalló, en Chimaltenango es difícil encontrar colegios con enseñanza de calidad y a la vez de un precio accesible, por eso su hermano estudia aún allí. Similar a la experiencia de Mactzil, Yakal identificó que algunos de sus catedráticos replicaban discursos estigmatizados sobre los pueblos indígenas. “Antes sí trataba de contradecir, pero se topó una vez con una maestra que decía que él quería llevarle la contraria, hasta le mandaron una nota de que era abusivo y si quería que diera las clases él. Entonces decidió ya no hablar, aunque a veces escuche incoherencias de sus maestros”, declaró.

 

El primer caso de discriminación

 

La invisibilización de su cultura fue evidente para Mactzil en su formación escolar, pero, el primer caso de discriminación vivido en carne propia ocurrió en la preprimaria, a sus cinco años. “Mi primer nombre es Mactzil y en ese momento creo que cabal habían inaugurado el supermercado Maxibodegas -ahora Maxidespensa- y recuerdo que los niños me molestaban con mi nombre y me decían Maxibodegas”, confesó.

 

Ese fue el primer momento que Mactzil recuerda donde se sintió mal por ser una niña maya. Ella era la única niña maya en el establecimiento, además aún tenía dificultades para hablar el español. “Mezclaba algunas palabras en kaqchikel con español y eso era objeto de burlas para mis compañeros”; sumado a ello recordó que las maestras mostraban poco interés en ella.

 

“Mi mamá me ponía mi traje para ir al colegio y ningún niño quería jugar conmigo en kínder. De ahí en el colegio de las madres fue donde una niña me dijo india y ahí no supe cómo reaccionar, ni siquiera le dije a mi mamá hasta años después”, agregó.

 

La joven vive su espiritualidad maya kaqchikel desde la niñez. Foto: Mactzil Camey.

El colegio de las monjas fue el lugar donde entabló más amistades, pero todas eran mestizas. El grupo de amigas incluía a diez niñas, curiosamente una de ellas solía hacerle el feo a Mactzil en la preprimaria. Esta compañera sigue siendo buena amiga de Mactzil a pesar de los inconvenientes en el pasado, pues comprendió que muchas veces los niños replican los discursos de adultos sin realmente saber qué significan sus palabras.

 

“Luego, por azares de la vida ahora es de mis amigas del colegio y de la vida y no voy a estar recordando dese tipo de cosas. De niños siento que no sabes qué es realmente lo que estás haciendo y si lo haces es porque son cosas que tus papás reproducen y tú solo estás copiando”, señaló.

 

Mactzil describió a sus amigas del colegio como comprensivas y bastante buenas con ellas; sin embargo, consideraba importante relacionarse con otras jóvenes maya; a los 16 años conoció a esta primera amiga, relación que actualmente mantienen. “Sentí una conexión bien genial con ella porque solo habían sido amigas mestizas y, aunque podamos congeniar en algunos temas con amigas mestizas, podemos hablar de otros temas más íntimos entre mujeres mayas”, enfatizó.

 

Transcurridos los años, algunas de sus amigas del colegio se distanciaron, solo cinco chicas del colegio permanecen en el círculo de Mactzil además de la chica maya.

 

El destino era la Ciencia Política

 

Luego de graduarse de diversificado Mactzil inició su trámite para ingresar a la Universidad de San Carlos de Guatemala en la sede central (zona 12 de la Ciudad Capital). La joven maya desde un principio quiso estudiar Ciencias Políticas, pero sus padres se opusieron, argumentando que era una profesión mal pagada.

 

Sus padres decían que las carreras científicas eran bastante lucrativas, así que decidió estudiar Nutrición en la Facultad de Farmacia de la USAC. Ya que esta carrera no estaba disponible en la sede de Chimaltenango, tuvo que ir a la Ciudad Universitaria en la capital.

 

Mactzil salía de su hogar a las 3:00 de la mañana para tomar un bus desde Chimaltenango a la Ciudad de Guatemala. Luego de varias horas de clase, volvía a su casa para hacer tareas, dormir y repetir nuevamente el ciclo. Esta modalidad fue mantenida durante un año y parte del segundo en la carrera, pero el mayor suplicio para la chica no era despertar temprano o regresar tarde, mas bien, estudiar una carrera que no disfrutaba.

 

“Desde el primer año yo decía: ‘no, esta no es mi carrera’. Llevaba mate, biología, química, física… yo no sé qué estaba haciendo allí y lloraba. Era feo porque mis papás sí me visualizaban como nutricionista y les decían a todas las personas que iba a ser eso. También me daba pena porque en el 2019 mis papás decidieron que me fuera a vivir a la ciudad; me fui a vivir allá y mi papá estaba pagando el alquiler, pero me iba a dar más pena si me quedaba más años y no iba a aprovechar la universidad”, relató.

 

En el 2019, decidida, comenzó a ver opciones para cambiarse de carrera. Ese año hizo los exámenes específicos para entrar a la Escuela de Ciencias Políticas (ECP-USAC) y en ese momento les contó a sus papás la noticia. “Mi mamá quería que me pusiera a trabajar de castigo, pero el castigo fue estudiar en la noche porque yo quería en la mañana. Al final estoy feliz porque estoy en la carrera que me gusta y me favoreció bastante porque tenía que salir como a las 3:00 de la mañana; era súper cansado”, dijo sonriente.

 

La carrera soñada, pero…

 

El primer semestre de Mactzil en Ciencias Políticas pareció ser bastante prometedor y con un sistema diferente al que conoció en el colegio. Mencionó que una de sus catedráticas discutía temas de pueblos indígenas con un enfoque integral; otro, su papá y sociólogo, también abordaba contenidos de los pueblos indígenas y de género.

 

Lastimosamente, no todos los catedráticos en la ECP eran así; algunos continuaban utilizando términos arcaicos, racistas y machitas. “La catedrática de Historia Mundial I tocaba temas de pueblos indígenas y todavía reproducía el término de indios, imagínate ya estamos en la academia. El semestre pasado solo nos tocó catedráticos hombre y la academia que la mayoría muestra es bien occidental y machista. No tocan temas de género y cuando a veces lo hacían era tan denigrante”, ejemplificó.

 

Particularmente recuerda la frase de un catedrático, quien, al referirse a la Historia de Guatemala sostenía que los mayas estaban extintos. “¿Y entonces qué hago yo aquí sentada?”, pensaba Mactzil.

 

La educación en Guatemala es realmente difícil de transformar a criterio de Mactzil. En algunas ocasiones no es solo culpa de los docentes, pues mencionó que una de sus catedráticas era maya kaqchikel y enfocaba sus temas en los pueblos indígenas de Guatemala, cuestión que llegó a ser objeto de quejas en control académico de la escuela.

 

Inicios en el movimiento estudiantil

 

Sus primeros acercamientos a la política desde la práctica fueron cuando todavía estudiaba nutrición. La sede de la Asociación de Estudiantes Universitarios colindaba la facultad de Farmacia y Mactzil comenzó a notar los movimientos del secretariado de Lenina García (2017-2019). Su interés inició con algunos talleres de la AEU; en un punto le ofrecieron formar parte de alguna comisión, pero no creyó que fuera una propuesta real.

 

Por su paso en Nutrición fue parte de una planilla para las elecciones de la Organización de Estudiantes de Nutrición (OEN), pero no obtuvo la victoria. Al finalizar la gestión de Lenina García, nuevas planillas comenzaron a integrar sus propuestas para la nueva asociación. Laura Aguiar, secretaria general de la AEU (2020-2021), contactó a Mactzil por su interés previo en la política y la invitó a conformar la organización consciencia, para luego lanzarse a la candidatura universitaria.

 

La idea fue impulsar a Mactzil como secretaria de asuntos de género, pero no pudo ser inscrita porque no cumplía con el requisito de contar con a menos 10 cursos aprobados de alguna carrera. Consciencia ganó las elecciones de 2019 y Mactzil se colaboró desde fuera, pero a finales de febrero de 2020 el secretario de género renunció. Luego de una elección interna, Mactzil fue nombrada secretaria de esta comisión.

En el 2021 la marcha el #8M continuó a pesar de la crisis sanitaria. Foto: Mactzil Camey.

 

Un espacio de crecimiento profesional y personal

 

Recién entrando a la secretaría, Mactzil fue responsable de la organización de la marcha del 8 de marzo, conocido globalmente como Día de la Mujer. La planificación estuvo prácticamente a cargo de ella, pues el resto de mujeres en la AEU tenían otras asignaciones en sus áreas.

 

Ella destaca también de su gestión el seguimiento a casos de acoso sexual. La exsecretaria se encargaba de buscar apoyo psicosocial para las víctimas y sobrevivientes, la recopilación de pruebas para memoriales, así como conseguir el acompañamiento de organizaciones.

 

Desde este espacio, la joven trató de crear plataformas para mujeres mayas, pero ello fue complicado al no contar con el apoyo necesario para ello.

 

“Siento que aprendí mucho porque a mí me costaba escribir una simple carta y pasé de eso a saber cómo gestionar un proyecto. Son aprendizajes que te pueden ayudar en el futuro, pero también un crecimiento personal porque reivindiqué mi postura sobre las mujeres mayas y pedir que hubiera más espacios para ellas en lugares como la AEU”, contó enorgullecida.

 

La elección de AEU para el próximo periodo cuenta con al menos cinco mujeres mayas optando a cargos importantes, incluyendo a Neida Solís, primera candidata maya a la Secretaría General. Mactzil expresó ilusión sobre estas opciones, pero también constituye un acto de resistencia contra un sistema que oprime e invisibiliza a las mujeres indígenas en la academia y la política nacional.

 

“Para mí, que ellas participen también es un acto de valentía y fuerza porque en este sistema tan machista, racista, colonialismo en el que estamos, que ellas se posicionen y quieran postularse es un acto reivindicativo y de lucha. Estuve en la AEU dos años y me doy cuenta de ese espacio tan marcado, donde regularmente solo ves a personas ladinas o mestizas en ese espacio”, remarcó.

 

El próximo vuelo de la maravillosa colibrí

 

Las aspiraciones de Mactzil Ixtz’unun apuntan a una mujer maya kaqchikel académicamente preparada, con experiencias de formación en el país y en el extranjero. Para la exsecretaria de AEU el futuro no está cien por ciento escrito, lo único certero es que desea culminar sus estudios y quizá poder terminarlos en otro país.

 

“Me posiciono ahora en seguir preparándome porque me veo como una mujer académica y profesional que salga de Guatemala. Quiero formarme, pero no desde una perspectiva donde se ve a los pueblos indígenas como un problema, sino estudiar realmente qué es lo que han hecho y son las mujeres indígenas y lo pueblos mayas, cuál es su incidencia y especializarme en algún tema para también devolver eso en un futuro al pueblo maya”, deseó.

 

Último retrato de Mactzil como secretaria de Asuntos de Género (AEU 2020-2021). Foto: Mactzil Camey

Para Mactzil, la preparación es un arma poderosa contra el sistema machista y racista, pues así cada mujer maya podrá conocer los fundamentos legales y teóricos para debatir y defenderse ante cualquier intento de opresión. “Creo que las mujeres mayas necesitamos eso, posicionarnos y prepararnos ante este sistema que trata de invisibilizarnos”, resaltó.

 

En cuanto a la política, no descarta su regreso. Reconoció que el movimiento estudiantil es bastante desgastante pero motivador. La joven asegura que si en algún momento se presenta una oportunidad favorable donde pueda incidir, lo hará. “Sueño con un espacio donde haya inclusividad de pueblos indígenas y mujeres y realmente haya una convergencia entre estos pensamientos. Creo que, para ir incidiendo en los espacios, hay que tomarlos”, proclamó.

 

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