Mactzil Ixtz’unun
Camey Rodríguez es una joven mujer maya kaqchikel nacida en Chimaltenango,
Guatemala. Desde pequeña Mactzil fue introducida a la cosmovisión maya, la cual
ha cultivado desde su hogar, vínculos y hasta espacios políticos. A sus 21 años
es estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de San Carlos de
Guatemala (USAC) y exsecretaria de asuntos de género de la Asociación de
Estudiantes Universitarios de esta casa de estudios (AEU “Oliverio Castañeda de
León”).
Por Jeanelly Vásquez
Una de las labores de Mactzil como secretaria de asuntos de género fue organizar la marcha del #8M 2020. Foto: Mactzil Camey.
Eran las 14:00 horas del 19 de junio de 2000 cuando Gloria
Rodríguez comenzó a tener contracciones. “Bueno, ya está lista para labor de
parto”, dijo la comadrona primeriza que la atendería. Gloria recuerda que
empezó con el proceso hasta el siguiente día desde las 6:00 de la mañana en la
casa de sus suegros.
Las ocho horas de dilatación desgataron la energía de
Gloria. “Cuando yo iba a nacer mi mamá ya no tenía fuerzas. Fue complicado
porque yo ya estaba por salir; mi mamá dice que solo estaba mi cabecita y mi
mamá ya no podía más y yo ya me estaba poniendo morada. Me estaba muriendo”,
contó Mactzil.
Utilizando una estrategia poco convencional, la abuela de
Mactzil indujo a Gloria a vomitar para así provocar el último esfuerzo
necesario para parir a la bebé. “Tal vez se escucha muy feo, pero en el intento
de ver cómo salvar mi vida, mi abuelita hizo eso y fue la última fuerza que
tuvo mi mamá y ya pude salir”, indicó.
A las 14:00 horas del 20 de junio de 2000 nació la bebé,
quien sería nombrada Mactzil (maravillosa en náhuatl) Ixtz’unun,
colibrí en kaqchikel. “Es una historia un poco dura, siento yo, por todo lo que
tuvo que pasar mi mamá. Así es como cuentan la historia mis papás y en parte lo
cuentan como lamentable porque tal vez las condiciones económicas no eran muy
buenas, pero también agradecen estoy aquí”, refirió.
A los sesenta días de nacida, Mactzil fue celebrada en su presentación,
una fiesta para mostrar los/as bebés a los abuelos, padrinos, madrinas y el
cosmos. Esta celebración se realiza a los sesenta días porque, desde la cultura
maya, es un tiempo adecuado para que la madre pueda cuidar de su cuerpo.
En esta ceremonia regularmente se realiza un conteo del
tiempo (o las energías), se baña a la bebé y se cambia su ropa por un traje del
pueblo maya al que pertenece. “El mío lo hicieron en un altar de San Martín
Jilotepeque, de donde es mi papá; estuvieron mis abuelos, hubo marimba;
estuvieron mis tíos y mis papás y me pusieron el traje de Tecpán, que es con el
que regularmente me identifico”, detalló.
El traje de Tecpán tiene diferentes diseños de huipil,
acompañados por el mismo corte azul con rayas blancas. Un huipil es mayormente
blanco con tintes rojos, azules y verdes; otro es café con dibujos de
tonalidades rojas, azules y verdes; un tercer diseño es también blanco, pero con
más colores complementarios. “Yo usé uno blanco que tenía colores y mi corte
azul con rayas blancas”, indicó.
Un breve retiro a la ciudad capital
Mactzil y sus padres se mudaron a la Ciudad de Guatemala,
específicamente a la Colonia Venezuela en la zona 21. La capital fue su hogar
por cuatro años, aunque recuerda que era un ambiente solitario ya se sus
abuelos paternos vivían en Chimaltenango y los maternos en Santiago
Sacatepéquez, cerca de San Lucas.
“Mis papás estuvieron alquilando allí -Colonia Venezuela- y
luego mi abuelito paterno, vio que mis papás estaban alquilando y además
estaban viviendo un poco lejos de ellos. Mis papás decían también que nadie los
iba a visitar porque en ese tiempo solo los iban a visitar los que tenían carro”,
recordó.
Entonces, el abuelo paterno de Mactzil heredó un terreno a
su familia en la periferia de Chimaltenango, donde hasta hoy ha vivido. En el
2004, antes que naciera su hermanito Yakal Licerio, volvió a su tierra natal y
continuó su formación escolar.
El colegio de las monjitas
Mactil Ixtz’unun cursó los párvulos y preprimaria en
Chimaltenango, luego continuó la primaria, nivel básico y diversificado en un
colegio de madres dominicas, conocido como el de las monjitas. “Era un
colegio católico, que le dicen aquí el de las monjitas porque es de madres
dominicas y solo de niñas; yo estudié allí once años”, resumió.
La joven maya estudió durante su infancia y adolescencia
junto a niñas y maestras mestizas. En el colegio de las monjitas, según contó
Mactzil, respetaron su identidad maya kaqchikel, aunque la privaron de usar su
indumentaria.
“Desde que nací esa ha sido mi espiritualidad y en el
colegio algo que sí respetaron fue eso. Pedían regularmente que las estudiantes
hicieran la primera comunión, su confirmación y que estuvieran bautizadas; en
mi caso me dijeron que no me iban a estar pidiendo eso, pero sí que por lo
menos utilizara el uniforme. Mis papás pidieron que pudiera usar mi
indumentaria, pero no fue posible”, mencionó.
Mactzil utiliza regularmente la indumentaria regional de Tecpán, Chimaltenango. Foto: Mactzil Camey.
Según detalló, el catolicismo estaba muy impregnando en las
dinámicas de la institución. La mañana iniciaba con rezo y al entrar a clases
una madre pronunciaba: Ave María Purísima; y las niñas contestaban: sin
pecado concebido.
“En el colegio tal vez en algún momento pensé: ‘bueno, ¿por
qué no es esta mi religión? Porque al final todas mis compañeras eran católicas
y estaban metidas en ese rollo y yo era como la que no”, se cuestionó Mactzil.
La joven distinguió que durante su formación sus padres nunca fueron tan
estrictos en cuanto a su religión, de hecho, la dejaban participar en
actividades católicas junto con su grupo de amigas.
Este recorrido de autoconocimiento ayudó a Mactzil a definir
su espiritualidad. Incluso hoy en día se identifica como mujer maya kaqchikel,
usando el término como reivindicación de su cultura.
“Creo que a raíz de eso también fui reencontrando mi
identidad y hacerla más fuerte porque me di cuenta que la espiritualidad y
cosmovisión era algo que sentía y me identificaba. Me costó igual, pero creo
que mi grupito de amigas, cuando les conté sobre mi espiritualidad no fue como
rechazo, sino curiosidad al saber de qué era lo que se trataba y yo también me
podía sentir cómoda con ellas”, describió.
Un modelo educativo racializado
El hogar de Mactzil siempre fue muy abierto a conversar
sobre la historia de Guatemala enfocada en sus pueblos indígenas, por lo cual,
al llegar al colegio distinguió las notorias diferencias entre la Historia que
contaban las madres y la que ella conocía.
“En el colegio tuve ciertos roces con una de las madres
porque yo estaba en sexto primaria y se daba cuenta que yo hacía ciertas
preguntas como por qué se hablaba de la conquista en ciertos aspectos como algo
bueno porque los tachaban como el desarrollo de Guatemala. Era algo que a veces
se hablaba aquí en mi casa y yo preguntaba”, comentó.
Estas observaciones causaron una tensión entre la madre y
Mactzil incluso recordó que el grado que cursó con ella perdió la materia de
religión. Ixtz’unun lloró al reprobar la materia y la educadora solo le dijo: “¿tú
de qué te preocupas? si ni es tu religión”.
Por otro lado, la enseñanza de las Ciencias Sociales en el
colegio católico eclipsaba la lucha y opresión indígena en Guatemala. “Al final
ella era de España, entonces beneficiaba a su gente. Eran muy buenas en
educación, pero creo que también invisibilizaban lo que realmente pasaba. No
mostraban realmente la realidad de Guatemala, solo era como pincelazos”,
detalló.
Mactzil nació en Chimaltenango Guatemala, donde ha crecido desde entonces. Foto: Mactzil Camey
Pese a que han pasado varios años desde que Mactzil se
graduó del colegio, el modelo educativo actual no ha cambiado mayormente, ello
lo comprobó con su hermano, Yakal. “A mí me preocupa la formación de mi hermano
porque un día fui a su colegio, era la primera introducción para padres de
familia, pero fui porque mis papás no podían; la directora tenía un discurso
muy cristiano, que las niñas tenían que ir con cierta forma de vestir, que si
no iban así que después no se quejaran que les hacían algo en la calle, que
Dios decía que los pantalones tenían que ser flojos…”, expresó.
Según detalló, en Chimaltenango es difícil encontrar
colegios con enseñanza de calidad y a la vez de un precio accesible, por eso su
hermano estudia aún allí. Similar a la experiencia de Mactzil, Yakal identificó
que algunos de sus catedráticos replicaban discursos estigmatizados sobre los
pueblos indígenas. “Antes sí trataba de contradecir, pero se topó una vez con
una maestra que decía que él quería llevarle la contraria, hasta le mandaron
una nota de que era abusivo y si quería que diera las clases él. Entonces
decidió ya no hablar, aunque a veces escuche incoherencias de sus maestros”,
declaró.
El primer caso de discriminación
La invisibilización de su cultura fue evidente para Mactzil
en su formación escolar, pero, el primer caso de discriminación vivido en carne
propia ocurrió en la preprimaria, a sus cinco años. “Mi primer nombre es
Mactzil y en ese momento creo que cabal habían inaugurado el supermercado Maxibodegas
-ahora Maxidespensa- y recuerdo que los niños me molestaban con mi
nombre y me decían Maxibodegas”, confesó.
Ese fue el primer momento que Mactzil recuerda donde se
sintió mal por ser una niña maya. Ella era la única niña maya en el
establecimiento, además aún tenía dificultades para hablar el español. “Mezclaba
algunas palabras en kaqchikel con español y eso era objeto de burlas para mis
compañeros”; sumado a ello recordó que las maestras mostraban poco interés en
ella.
“Mi mamá me ponía mi traje para ir al colegio y ningún niño
quería jugar conmigo en kínder. De ahí en el colegio de las madres fue donde
una niña me dijo india y ahí no supe cómo reaccionar, ni siquiera le
dije a mi mamá hasta años después”, agregó.
La joven vive su espiritualidad maya kaqchikel desde la niñez. Foto: Mactzil Camey.
El colegio de las monjas fue el lugar donde entabló más
amistades, pero todas eran mestizas. El grupo de amigas incluía a diez niñas,
curiosamente una de ellas solía hacerle el feo a Mactzil en la
preprimaria. Esta compañera sigue siendo buena amiga de Mactzil a pesar de los
inconvenientes en el pasado, pues comprendió que muchas veces los niños
replican los discursos de adultos sin realmente saber qué significan sus
palabras.
“Luego, por azares de la vida ahora es de mis amigas del
colegio y de la vida y no voy a estar recordando dese tipo de cosas. De niños
siento que no sabes qué es realmente lo que estás haciendo y si lo haces es
porque son cosas que tus papás reproducen y tú solo estás copiando”, señaló.
Mactzil describió a sus amigas del colegio como comprensivas
y bastante buenas con ellas; sin embargo, consideraba importante relacionarse
con otras jóvenes maya; a los 16 años conoció a esta primera amiga, relación
que actualmente mantienen. “Sentí una conexión bien genial con ella porque solo
habían sido amigas mestizas y, aunque podamos congeniar en algunos temas con
amigas mestizas, podemos hablar de otros temas más íntimos entre mujeres mayas”,
enfatizó.
Transcurridos los años, algunas de sus amigas del colegio se
distanciaron, solo cinco chicas del colegio permanecen en el círculo de Mactzil
además de la chica maya.
El destino era la Ciencia Política
Luego de graduarse de diversificado Mactzil inició su
trámite para ingresar a la Universidad de San Carlos de Guatemala en la sede
central (zona 12 de la Ciudad Capital). La joven maya desde un principio quiso
estudiar Ciencias Políticas, pero sus padres se opusieron, argumentando que era
una profesión mal pagada.
Sus padres decían que las carreras científicas eran bastante
lucrativas, así que decidió estudiar Nutrición en la Facultad de Farmacia de la
USAC. Ya que esta carrera no estaba disponible en la sede de Chimaltenango,
tuvo que ir a la Ciudad Universitaria en la capital.
Mactzil salía de su hogar a las 3:00 de la mañana para tomar
un bus desde Chimaltenango a la Ciudad de Guatemala. Luego de varias horas de
clase, volvía a su casa para hacer tareas, dormir y repetir nuevamente el
ciclo. Esta modalidad fue mantenida durante un año y parte del segundo en la
carrera, pero el mayor suplicio para la chica no era despertar temprano o
regresar tarde, mas bien, estudiar una carrera que no disfrutaba.
“Desde el primer año yo decía: ‘no, esta no es mi carrera’.
Llevaba mate, biología, química, física… yo no sé qué estaba haciendo allí y
lloraba. Era feo porque mis papás sí me visualizaban como nutricionista y les
decían a todas las personas que iba a ser eso. También me daba pena porque en
el 2019 mis papás decidieron que me fuera a vivir a la ciudad; me fui a vivir
allá y mi papá estaba pagando el alquiler, pero me iba a dar más pena si me
quedaba más años y no iba a aprovechar la universidad”, relató.
En el 2019, decidida, comenzó a ver opciones para cambiarse
de carrera. Ese año hizo los exámenes específicos para entrar a la Escuela de
Ciencias Políticas (ECP-USAC) y en ese momento les contó a sus papás la
noticia. “Mi mamá quería que me pusiera a trabajar de castigo, pero el castigo
fue estudiar en la noche porque yo quería en la mañana. Al final estoy feliz
porque estoy en la carrera que me gusta y me favoreció bastante porque tenía
que salir como a las 3:00 de la mañana; era súper cansado”, dijo sonriente.
La carrera soñada, pero…
El primer semestre de Mactzil en Ciencias Políticas pareció
ser bastante prometedor y con un sistema diferente al que conoció en el
colegio. Mencionó que una de sus catedráticas discutía temas de pueblos
indígenas con un enfoque integral; otro, su papá y sociólogo, también abordaba
contenidos de los pueblos indígenas y de género.
Lastimosamente, no todos los catedráticos en la ECP eran
así; algunos continuaban utilizando términos arcaicos, racistas y machitas. “La
catedrática de Historia Mundial I tocaba temas de pueblos indígenas y todavía
reproducía el término de indios, imagínate ya estamos en la academia. El
semestre pasado solo nos tocó catedráticos hombre y la academia que la mayoría
muestra es bien occidental y machista. No tocan temas de género y cuando a
veces lo hacían era tan denigrante”, ejemplificó.
Particularmente recuerda la frase de un catedrático, quien,
al referirse a la Historia de Guatemala sostenía que los mayas estaban
extintos. “¿Y entonces qué hago yo aquí sentada?”, pensaba Mactzil.
La educación en Guatemala es realmente difícil de transformar
a criterio de Mactzil. En algunas ocasiones no es solo culpa de los docentes,
pues mencionó que una de sus catedráticas era maya kaqchikel y enfocaba sus
temas en los pueblos indígenas de Guatemala, cuestión que llegó a ser objeto de
quejas en control académico de la escuela.
Inicios en el movimiento estudiantil
Sus primeros acercamientos a la política desde la práctica
fueron cuando todavía estudiaba nutrición. La sede de la Asociación de
Estudiantes Universitarios colindaba la facultad de Farmacia y Mactzil comenzó
a notar los movimientos del secretariado de Lenina García (2017-2019). Su
interés inició con algunos talleres de la AEU; en un punto le ofrecieron formar
parte de alguna comisión, pero no creyó que fuera una propuesta real.
Por su paso en Nutrición fue parte de una planilla para las
elecciones de la Organización de Estudiantes de Nutrición (OEN), pero no obtuvo
la victoria. Al finalizar la gestión de Lenina García, nuevas planillas
comenzaron a integrar sus propuestas para la nueva asociación. Laura Aguiar,
secretaria general de la AEU (2020-2021), contactó a Mactzil por su interés
previo en la política y la invitó a conformar la organización consciencia, para
luego lanzarse a la candidatura universitaria.
La idea fue impulsar a Mactzil como secretaria de asuntos de
género, pero no pudo ser inscrita porque no cumplía con el requisito de contar
con a menos 10 cursos aprobados de alguna carrera. Consciencia ganó las
elecciones de 2019 y Mactzil se colaboró desde fuera, pero a finales de febrero
de 2020 el secretario de género renunció. Luego de una elección interna,
Mactzil fue nombrada secretaria de esta comisión.En el 2021 la marcha el #8M continuó a pesar de la crisis sanitaria. Foto: Mactzil Camey.
Un espacio de crecimiento profesional y personal
Recién entrando a la secretaría, Mactzil fue responsable de
la organización de la marcha del 8 de marzo, conocido globalmente como Día
de la Mujer. La planificación estuvo prácticamente a cargo de ella, pues el
resto de mujeres en la AEU tenían otras asignaciones en sus áreas.
Ella destaca también de su gestión el seguimiento a casos de
acoso sexual. La exsecretaria se encargaba de buscar apoyo psicosocial para las
víctimas y sobrevivientes, la recopilación de pruebas para memoriales, así como
conseguir el acompañamiento de organizaciones.
Desde este espacio, la joven trató de crear plataformas para
mujeres mayas, pero ello fue complicado al no contar con el apoyo necesario
para ello.
“Siento que aprendí mucho porque a mí me costaba escribir
una simple carta y pasé de eso a saber cómo gestionar un proyecto. Son
aprendizajes que te pueden ayudar en el futuro, pero también un crecimiento
personal porque reivindiqué mi postura sobre las mujeres mayas y pedir que
hubiera más espacios para ellas en lugares como la AEU”, contó enorgullecida.
La elección de AEU para el próximo periodo cuenta con al
menos cinco mujeres mayas optando a cargos importantes, incluyendo a Neida
Solís, primera candidata maya a la Secretaría General. Mactzil expresó ilusión
sobre estas opciones, pero también constituye un acto de resistencia contra un
sistema que oprime e invisibiliza a las mujeres indígenas en la academia y la
política nacional.
“Para mí, que ellas participen también es un acto de
valentía y fuerza porque en este sistema tan machista, racista, colonialismo en
el que estamos, que ellas se posicionen y quieran postularse es un acto
reivindicativo y de lucha. Estuve en la AEU dos años y me doy cuenta de ese
espacio tan marcado, donde regularmente solo ves a personas ladinas o mestizas
en ese espacio”, remarcó.
El próximo vuelo de la maravillosa colibrí
Las aspiraciones de Mactzil Ixtz’unun apuntan a una mujer
maya kaqchikel académicamente preparada, con experiencias de formación en el
país y en el extranjero. Para la exsecretaria de AEU el futuro no está cien por
ciento escrito, lo único certero es que desea culminar sus estudios y quizá
poder terminarlos en otro país.
“Me posiciono ahora en seguir preparándome porque me veo
como una mujer académica y profesional que salga de Guatemala. Quiero formarme,
pero no desde una perspectiva donde se ve a los pueblos indígenas como un
problema, sino estudiar realmente qué es lo que han hecho y son las mujeres
indígenas y lo pueblos mayas, cuál es su incidencia y especializarme en algún
tema para también devolver eso en un futuro al pueblo maya”, deseó.
Último retrato de Mactzil como secretaria de Asuntos de Género (AEU 2020-2021). Foto: Mactzil Camey
Para Mactzil, la preparación es un arma poderosa contra el
sistema machista y racista, pues así cada mujer maya podrá conocer los
fundamentos legales y teóricos para debatir y defenderse ante cualquier intento
de opresión. “Creo que las mujeres mayas necesitamos eso, posicionarnos y
prepararnos ante este sistema que trata de invisibilizarnos”, resaltó.
En cuanto a la política, no descarta su regreso. Reconoció
que el movimiento estudiantil es bastante desgastante pero motivador. La joven
asegura que si en algún momento se presenta una oportunidad favorable donde
pueda incidir, lo hará. “Sueño con un espacio donde haya inclusividad de
pueblos indígenas y mujeres y realmente haya una convergencia entre estos pensamientos.
Creo que, para ir incidiendo en los espacios, hay que tomarlos”, proclamó.
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