Por Andrea Solórzano
Desde mis primeros años como estudiante de periodismo profesional en la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Carlos de Guatemala, he observado cómo el pensum de estudios y la mayor parte del contenido de cada curso, están enfocados bajo la línea de las escuelas de periodismo occidentales. Esto no significa que dichas escuelas, en especial la Europea y Norteamericana, no sean funcionales y aplicables para los estudiantes.
Sin embargo, es importante reconocer que el periodismo latinoamericano tiene diferentes componentes que han estado sujetos al contexto sociopolítico, para nadie es sorpresa que el Estado, los gobiernos de turno e incluso las fuerzas armadas del Ejército se han dedicado a perseguir a periodistas por evidenciar hechos que van en contra de los intereses de dichas entidades.
Además, otro factor importante es el de la pluriculturalidad de Guatemala, lastimosamente, muchos periodistas de etnias indígenas y que se dedican a cubrir las fuentes de sus comunidades, son quienes más se ven vulnerados ante las situaciones de represalias, sin antes mencionar el racismo generalizado y las limitaciones económicas que los colegas han tenido que enfrentar.
Para mi, como una mujer guatemalteca que ha vivido circunstancias de machismo, misoginia y sexismo, el hecho de no encontrar más inclusión en cuestión de género de escritoras en los materiales de lectura y profesoras impartiendo cursos, es un reflejo de como el occidentalismo, dominado por el hombre blanco, continúa prevaleciendo en las aulas, y aunque podría llegar a parecer que no tiene relación, recordemos que la educación es la primera herramienta para deconstruir los cimientos de una sociedad patriarcal.
Pero.. ¿Por qué menciono lo anterior antes de adentrarme puramente en el tema?, porque son ejemplos claros de cómo las comunidades indígenas, las mujeres, la comunidad LGBTQ+ y las personas con discapacidades, no están incluidas del todo en la agenda occidental. Así pues, dejamos de un lado el enfoque que estos grupos pueden proporcionarnos para crear un trabajo periodístico con mejor perspectiva desde la realidad en primera persona, aunque esto podría sonar poco “objetivo” para los anglosajones.
Realmente creo que lo que le hace falta al periodismo latinoamericano es justo una perspectiva más dignificante y humana, y que mejor que sean personas que reconocen los fenómenos sociales desde sus vivencias, ya que están conscientes del pensamiento colectivo, claramente siempre se debe velar por dar la información con la mayor veracidad y transparencia posible, pero muchas veces esto limita la creatividad e innovación de los géneros periodísticos.
Por ello, cambiar desde la estructura, es decir, desde la educación, la línea académica por una más variada e incluyente, no solo genera visiones más diversas, sino también logra trascender y proporcionarle a la ciudadanía información que se acerque más a su situación de vida y saque a la luz esas problemáticas sociales, económicas y políticas que solo se observan en los países del tercer mundo como Guatemala.
Cosas tan simples, como redactar un titular que refuerce el machismo o el clasismo o no saber citar correctamente a una persona con discapacidad, son errores que pueden cometerse si no se logra visibilizar y enseñar de forma empática y bajo una corriente de dignificación a los estudiantes universitarios.
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